Sus mentes cruzaban fronteras;
diariamente con rigurosa costumbre.
No eran cartas ni postales.
Y el anhelo era la más dulce sensación;
vagos recuerdos de los pequeños gestos,
de las injustificadas peleas,
de los besos robados.
De lo imposible y sus variantes,
de las lunas llenas
y los amaneceres perezosos.
del misterio de la distancias;
y de el recuerdo que consistía.
Por que nuestros amantes cruzaban fronteras;
diariamente con rigurosa costumbre;
dulces anhelos de lo que ya no tenía remedio.
hermosa entrada
ResponderEliminarGracias... ¡un abrazo!
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