Quizá vaya siendo hora
de contestar aquella carta de amor
de declaraciones y promesas,
de aquel mensaje desesperado.
Insistir en tenerme paciencia,
pedirte cada rato un poco más de tiempo,
esquivar tus manos,
anudarme las agujetas.
Juntar los tickets,
y ser más larga que una película.
Las caminatas, las n+1,
las fotos y la plastilina.
Del miedo que me daba quererte,
insistir con las sumas y las restas,
y luego el drama inevitable,
la posible huída de película.
Y esta carta con retraso,
no de meses sino de años.