Casi un roce,
casi una palabra.
Si la risa nerviosa significara algo,
si evitar el toque fuese menos obvio,
ambos pararían a hablar por horas,
por días y semanas.
Para no conocerse,
para no apartarse,
coincidir miradas,
ignorarse a ratos,
perderse distantes.
Desafiar la regla,
para lo que sabemos
que fue y será un encuentro fortuito.