miércoles, 15 de mayo de 2013

Martes de hace 23 años


El letargo se había hecho ya parte de ella: los días eran cada vez más largos en su rutinaria vida. A veces se detenía a pensar en hacía 23 años: cuando las cosas parecían más sencillas y superfluas. 

En ese entonces no le molestaban tantas cosas; hoy en cambio, le molestaba casi todo, incluso había notado que los sonidos eran lo más despreciable, había notado el sonido de los pasos de quien pasaba fuera de su casa, del cartero y  los vendedores, había notado que su propia respiración de cuando en cuando se agitaba sin aparente razón.

Le había tomado desprecio a los cuadros y a las fotos: a su pereza por limpiar, y a su forzada soledad. De vez en cuando el teléfono sonaba, del otro lado, una voz conocida le recitaba preguntas ensayadas. ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho?  Esa clase de cosas que ya ni a ella le importaban.

A oscuras y en silencio decidía pasar las horas, pocos placeres quedaban ya, y los pocos que quedaban le resultaban una tediosa obligación. Si por lo menos hubiera algo que le faltara por hacer…  Ella estaba segura de haberlo hecho ya todo, o por lo menos todo lo que en algún momento le había interesado.

En la cama por las noches, en la cama en que soñaba que soñaba. No hacía falta despertar otra mañana, y pasaba: puntualmente a penas el sol alumbraba.