Ese encuentro de miradas,
como en aquellas películas de antes,
de guantes y pelos cortos,
de vestidos ajustados y corbatas.
Recorrido de miradas,
transparentes, enjauladas,
una carrera, cual persecución,
paso, paso, mirada,
ya te digo, el punto era seguir mirándose.
La calle como siempre
escupiendo desengaños,
apurada y fieramente,
con humo en las pestañas y basura por el suelo.
El momento se acercaba, era cuestión de tiempo,
detenerse lo primero,
bastarían por fin de mirarse.
Vaya eternidad, vaya desconsuelo,
si al parar se han perdido,
entre la gente y los sombreros.
Y como agujas en las palmas,
la sensación de no encontrarse,
paso, paso, mirada,
paso, paso, mirada.