No quisiera yo llamarle destino,
sin mencionar el esfuerzo
que hizo por encontrarla.
En hacerse a la idea de su figura,
de sus manos, de sus labios.
No quisiera contar el tiempo que pasó
para que se diera cuenta que ella era su vida entera.
No quisiera enumerar las veces que juró
quererla más que el día anterior.
No quisiera mencionar las noches
que cuidaba tiernamente de su sueño.
No podría tampoco describir
cuando su presencia alumbraba
más que todos los faroles.
Ni las cartas y canciones
que decidió dedicarle.
Y por instante lo pienso,
no quisiera mencionarlo,
eso que sentía quizá... era amor.