jueves, 14 de junio de 2012

Historia de un pasillo...

Aquel pasillo que aguarda 
dulce, misterioso: frenético,
recorrido por ella como de costumbre, 
la luz del medio día y el viento como testigo.

Los murmullos palpitantes
hacen juego con el paso cauteloso.
De pronto, a la luz del sol lo sabe: es él...
La certeza es pura y fuerte, 
es que no hace falta conocerse.

Sus manos; temblorosas y palpitantes;
Dentro de sí: sabe que ha llegado,
por que puede verlo, claro como nunca
sonriendo, decidido e imponente.

Un caballero cual cuento de hadas,
apasionado y sincero: con la melancolía en el rostro,
y el amor a flor de piel; por que a ella le parece
que el también la observa, que el también lo sabe: es ella...

Apresurando el paso, buscándose entre la multitud,
cual magnetos con brutal atracción.
Empujan y saltan y el camino aún es largo,
y los pasos se vuelven kilómetros, la meta una certeza.

A su paso: la gente los observa curiosos,
a pocos metros del camino: ella ríe nerviosa,
él la mira directo a los ojos, encontrarse será costumbre.

Sin aviso previo: todo oscurece y calla por completo,
y una triste cama los recibe. Él solo de nuevo;
el  más triste despetar, la angustia de lo no resuelto: sólo era un sueño.
El despertador aulla como siempre, ella sigue con su más triste rutina.

De camino por el pasillo, recordando aquellos sueños, 
crueles juegos de la mente, suspiran a la vez:
y la mirada se alza para buscar el lugar apropiado
ella cual princesa de los cuentos lo observa incrédula,
boquiabierta, se pellizca y se apresura.
La multitud no los nota, y el viento como testigo:
dulce melodía de medio día: ahora lo sabemos: son ellos...