a cuatro palabras mal articuladas,
a veintisiete llamadas perdidas,
a once meses de llanto.
Tu ausencia sabe a flores secas
y a un árbol despintado,
a todos mis discos de trova,
a noventa cartas improvisadas.
Tu ausencia sabe a perder mi teléfono,
a verte (y no verte) en todos lados,
a fingir estar bien,
a no extrañar a tu madre.
Tu ausencia sabe a casi respirar,
a cortarme el cabello
y a perderme en siete libros,
a regalar tu guitarra.
Tu ausencia después de todo,
ahora me sabe a recuerdo,
a nostalgia bien añeja
y a un sillón con telarañas.
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