Lo miraba con desprecio:
como nunca había imaginado
que lo vería.
Veía su hipócrita sonrisa,
llena de falsa valentía,
se encontraba con ella de
nuevo.
¿Por qué iba a perdonarlo?
sus acciones hablaban por sí
solas;
imitando lo que tanto odiaba.
imitando lo que tanto odiaba.
Había que aferrarse a lo
intenso
al dolor, y a los recuerdos
a la promesa: no armar
revuelo.
Caminar por el pasillo,
mirarle a los ojos,
forzar un poco el rostro,
y decir acepto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario