Yo me la imagino volando por el aire, abierta, leída. Con
una abertura mordaz y mugre en el frente. A pedazos recorre los lugares que
debió recorrer; y un tercio de ella cruza fronteras vuelta ceniza. Por las
esquinas ronda calles inmundas; y lo último de sí circula por noches
estrelladas.
Su blancura casi perdida entre calles atestadas, su esencia ya
perdida. Sus colores y besos rezagados, robados por quién sabe quién. Ladrones
que decepcionados la arrojaron al suelo para dejarla volar: y justo allí es
donde la veo.
Desnuda, sin sobre, sin estampillas y sin nada. La carta no
ha llegado y el mensaje se ha perdido.
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